Desarrolla tu Inteligencia Emocional para ser más feliz. Por: Rocio Martín
La Inteligencia Emocional está de moda. Es un concepto que escuchamos tanto en el ámbito personal como en el profesional ya que los beneficios de tener una buena Inteligencia Emocional repercuten en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero, ¿qué es la Inteligencia Emocional?
El término de Inteligencia Emocional se popularizó gracias al psicólogo estadounidense Daniel Goleman, quien decía que una persona emocionalmente inteligente es aquella capaz de identificar los sentimientos propios y ajenos, reconocerlos y gestionarlos, además de saber crear una motivación propia y gestionar las relaciones interpersonales de manera exitosa.
Los beneficios de desarrollar nuestra Inteligencia Emocional son muchos. A nivel personal nos ayuda a mejorar nuestra relación con el entorno gracias a que desarrollando nuestra Inteligencia Emociona
ganamos confianza y seguridad, desarrollamos nuestra actitud positiva, somos más empáticos y proactivos. De esa manera, las personas con Inteligencia Emocional alta tienen mayores niveles de bienestar y de felicidad.
Además, la Inteligencia Emocional es una de las habilidades blandas más importantes. Las habilidades blandas son habilidades personales que poseemos y que nos permiten desarrollarnos mejor, como la comunicación, la flexibilidad o la creatividad. Hasta hace unos años se creía que las habilidades duras, los conocimientos técnicos y lógicos, eran los más importantes en el entorno profesional. Afortunadamente, y en eso la pandemia ha tenido que ver, las empresas son cada vez más conscientes de la importancia de las habilidades blandas también en los entornos profesionales.
Tener una alta Inteligencia Emocional es un punto muy favorable para nuestro perfil como profesionales y, de hecho, es una habilidad que lleva varios años figurando en el ranking de las habilidades blandas más demandadas por las empresas. Además de hacernos más empleables otras de las ventajas de tener una Inteligencia Emocional alta es que nos permite generar mejores vínculos con tus compañeros, mejora nuestra empatía, nos permite trabajar mejor bajo presión, favorece las dotes de liderazgo y nos protege del temido estrés.
La buena noticia es que la Inteligencia Emocional puede y debe entrenarse. ¿Cómo podemos hacerlo?
Conocerse: La mejor manera de desarrollar una habilidad es conocernos, con nuestras debilidades y fortalezas, y saber qué aspectos de nosotros mismos debemos potenciar y cuáles debemos trabajar.
Saber gestionar nuestras emociones: Para ello debemos ser capaces de identificarlas, manejarlas y gestionar adecuadamente cómo nos hacen sentir.
Empatía: Es la capacidad de reconocer y comprender las emociones de los demás, respetándolos, aunque no los compartamos.
Asertividad: Es la habilidad de comunicar y poner en valor nuestras opiniones, ideas y derechos, de manera adecuada, respetando la de aquellas personas con las que no estamos de acuerdo. Nos permite expresar nuestras emociones de manera adecuada, directa y sencilla.
Afrontar situaciones difíciles como retos: Las situaciones difíciles forman parte de la vida. Todos vamos a tener que enfrentar situaciones difíciles a lo largo de nuestra vida. La gestión que hagamos con lo que nos pase es responsabilidad nuestra.
No tomarse las críticas como algo personal: No podemos gustar a todo el mundo, al igual que no nos gusta todo el mundo. Aceptar que podemos recibir críticas y hacerlo de manera adecuada, nos ayuda a mejorar nuestra Inteligencia Emocional.
Tomar los errores como una oportunidad de crecimiento: En el camino del aprendizaje cometeremos errores, tómalos como una oportunidad para crecer y avanzar.
Los beneficios de trabajar la Inteligencia Emocional, en el ámbito personal y profesional, son múltiples. ¿A qué estás esperando para entrenar tu Inteligencia Emocional?
Rocio Martín
